Los otros.

domingo, 14 de mayo de 2017

EL DÍA EN SÍ.

Un día dedicado por entero a ser testigo de cómo sale el Sol.

Amanece, avanza en su aparente movimiento, se pasea por el cielo, recorre la mañana, el medio día, la tarde...y al fin se esconde, crepuscular, dando paso a la noche.

Un día entero siendo testigo paciente, en mitad del campo o en lo alto de un edificio (en una azotea), del vertiginoso movimiento de la Tierra, sentir ese vértigo, imperceptible cualquier otro día de tu vida. 

Estar tumbado sobre la hierba, apoyado en un árbol, sentado en un sillón, en una hamaca, en una tumbona. Mirar el cielo, mirar la tierra, comprobar el cambio de color según las horas. Estar calmado, elegir un día propicio en el que el cuerpo esté cansado, darle unas vacaciones de 24 horas a toda inquietud, toda incertidumbre, todo estímulo y distracción que suele llamar a tu puerta o ronda tu ventana como una mosca.

Ponerte cómodo, estar cómodo, tener comida y agua cerca. Abrir los ojos y respirar, suspirar, sentirte aliviado, libre por un día de la batalla diaria y sus demonios cotidianos, ajeno al precipicio de querer ir por delante y a las prisas que te acosan, esos otros días, de manera constante. 

Amanece, observas en silencio.Empieza el día infinito, el que quedará en tu memoria siempre, el día más presente... o más ausente, el más intenso, el menos tenso, el más tranquilo, el más difícil. EL DÍA ,con mayúsculas: 

vacío,virgen, inexplorado, simple,en blanco, en molde, limpio, mudo, acogedor, entregado. 

El espectáculo del día en sí, en sí mismo, como protagonista,sin colorantes ni conservantes, sin tus huellas,sin tu intervención, sin tu manipulación, sin tu voluntad, sin tu juicio, sin tu opinión. 

La tierra sigue girando y el sol parece que se eleva en el cielo, si te concentrases casi podrías oír el sonido de tan grande hoguera, de sus enormes llamas. 

Llega el medio día y después, poco a poco, empieza a bajar, suavemente, como acariciando el aire; baja, desciende...

(Tú estás ahí, simplemente observando. Sin necesidad de hacer nada más)

...y se acaba escondiendo tras un monte, una montaña, el bosque, el desierto,los edificios, el mar.

El día se reduce a la mínima expresión de luz, hasta apagarse del todo, esfumarse, convertirse en pasado.

Y tú lo has visto todo, te has dado cuenta.

Todo lo demás, un día como este, está de más.



Miro el calendario y me pregunto:

 ¿Cuándo me daré permiso para hacerlo?

¿Cuándo?... abrigarme solamente con el tiempo.

Un día, en ésta vida...

...pensar en ello,

como en un refugio

bajo la tormenta.