Los otros.

sábado, 21 de diciembre de 2013

PENSAMIENTO CHAPAPOTE MOMENTÁNEO.

La poesía en los libros, los animales en el zoo,la política en sus manos y en las nuestras el mando del televisor.

Cansado de todo ésto me abrí en canal, descubriendo que por fuera era de peluche y que por dentro habitaba en mí un ser convertido en bestia tras tantos años a la sombra,ignorado, condenado al no ser,al no hablar y al no sentir. 

 Abierta la grieta, salió al exterior, dejando atrás la cáscara seca de mi personaje cotidiano.

Lo primero que hizo la bestia , loca de entusiasmo, fue apagar todas las luces navideñas de la ciudad y encender la cólera de gobernantes y empresarios. Una vez hecho ésto se declaró a sí misma descendiente de Ubú Rey, aquel monarca burlesco y cruel, y reclutó de entre los muy indignados una corte de malditos bastardos con el fin de no dejar títere con cabeza en la comarca, en la región, en el país y en el continente.

Armados hasta los dientes arrasaron bancos,Ayuntamientos, congresos,sedes,palacios,vaticanos y cuarteles. El espíritu de Atila les acompañaba, allá por donde pasaban no volvía a crecer ni la hierba corrompida,ni la especulación, ni el cohecho ni la prevaricación .

( La Bestia- descendiente de Ubú Rey- rodeando el congreso antes de dar matarile a todo lo que en su interior se menea)

Destruida la ciudad, avanzaron por los caminos sin Dios, con tanta piedad como Gengis Kan, el mongol. 

Tras ellos sólo quedaban las llamas del odio,el fuego de la venganza y el humo de la sentencia.

Y la corte de los malditos bastardos aumentaba cada día, alimentada por nuevas bocas ,cansadas de no servir de nada, y de nuevas manos dispuestas a tomarse la barbarie por su cuenta, ya que la justicia, tantas veces violada, vagaba loca por algún desierto lejano, ajena a todos y enajenada por todo. 

(He aquí un grupo de malditos bastardos tras una batalla , pensando en la siguiente)

La bestia, descendiente de Ubu Rey, y la corte de orcos humanos burlescos y despiadados, fueron convirtiendo el continente entero en una mancha negra, un vertido residual pegajoso y expansivo. 

Hasta que no lo consiguieron, no pararon. Insaciables hasta el fin de revancha y destrucción.

Conseguido el objetivo, hicieron lo propio: se suicidaron para no convertirse, con el tiempo, en demócratas de cartón piedra o en muñecos de peluche fácilmente manipulables.


Dejaron paso así a una nueva sociedad, nacida de un ajuste de cuentas, de una masacre animal. 

Pues animales somos y ,aunque lo queramos olvidar, ahí está nuestro instinto, dispuesto a salir si nos abren,o nos abrimos en canal. 


(Éste es un bonito cuento para leerle a los niños en Navidad o en cualquier otra fecha. Tarde o temprano comprenderán. )




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