Los otros.

domingo, 24 de agosto de 2014

UNA SIMPLE ANÉCDOTA.

Me he abierto la tapa de los sesos con un abrelatas. He visto lo que tenía ahí dentro inclinándome en el espejo del cuarto de baño. Me ha dado asco, gusanos por todas partes, gusanos y lombrices... pero no me ha sorprendido, algo así pensaba encontrar.

¿Estaré podrido?. Debo estarlo.

Con un casco de equitación puesto, para que no se me viese la abertura, he ido a una tienda de mascotas y he comprado media docena de pececillos de colores, que me han servido en una bolsa de plástico transparente con agua. El de la tienda me ha contado, muy amablemente, como los he de cuidar, pero no le he prestado atención, simplemente le he sostenido la mirada, una mirada ausente. ¿Por qué?, no me interesaba lo que decía.

He vuelto a casa a paso ligero y en cuanto he cerrado la puerta me he quitado el casco, me he levantado la coronilla y he soltado a los seis pececillos, con el agua y todo, en mi cerebro, para que se coman a los gusanos y a las lombrices.

Hecho ésto, me he sentado en el taburete de la cocina para sentir el efecto. Rápidamente ha surtido: un sonido como de burbujas, refrescante, airoso, liberador, como cuando echas coca-cola en un desagüé atascado y ese desagüe eres tú.

A los 5 minutos me he sentido mucho mas limpio, mas ligero, mas mentolado...si, con sabor a menta.

¿Y ahora qué?, me he preguntado a mí mismo en voz alta. 

Ahora nada, me he contestado en voz baja, por llevarme la contraria.

Ahora...

Ahora criaré peces de colores en mi cerebro.

Mi cabeza será una pecera.

Me gusta esa idea.

Así me siento bien, mucho mejor.

Eso sí, tendré que ir a una mercería cuanto antes a que me cosan una cremallera de oreja a oreja, no puedo ir por la vida con la cabeza siempre abierta.



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