Los otros.

viernes, 28 de febrero de 2014

EL ASESINO DE LOS DOMINGOS. CAOS EN ALBARRACÍN.

Una semana mas tarde,el monumental pueblo de Albarracín, al suroeste de la provincia de Teruel, amanecía vistiéndose de fiesta.


Damián Pérez, concejal de cultura del Ayuntamiento, se sentía orgullosísimo de organizar el primer Festival de músicas del mundo. Habían venido artistas de los cinco continentes , algunos famosos y otros desconocidos, pero todos espectacularmente étnicos. Aquel Domingo se inauguraría el festival con un discurso suyo. Un discurso donde ensalzaría la belleza de su pueblo, de su historia, de su patrimonio y del amor que todos sus habitantes (1.095 empadronados) siempre habían tenido por la cultura en general y por la música en especial. (ésto último era relativamente verdadero o mas bien, rotundamente falso. Sin embargo, se trataba de una mentira que quedaría muy bien, a nadie le amarga el dulce de creerse mas culto de lo que en realidad es).

Salió el sol, iluminando un cielo despejado.

 Damian Pérez  miraba por la ventana de su habitación tras vestirse de gala para dar el pistoletazo de salida al festival. Acto que tendría lugar al final de aquella mañana ,que acababa de comenzar , sobre el escenario central que habían levantado en la plaza mayor.

 Sería un día magnífico, daría un gran discurso,el pueblo estaría encantado con la idea de tener allí,cerca de ellos, a tanta "gente rara" y, lo que era mas importante, empezaban a llegar medios de comunicación de todo el país.

 Su nombre resaltaría en los telediarios regionales,eso le satisfacía enormemente. Ya soñaba, en pié tras la ventana, con llegar a ser algún día presidente de la comunidad de Aragón, puerta que se le abriría si conseguía su objetivo como concejal de cultura: que la Unesco declarase a Albarracín patrimonio de la Humanidad. Logro que podría estar al alcance de su mano gracias a iniciativas como la del festival de músicas del mundo. 

(Aunque, todo hay que decirlo, la iniciativa no fue suya exactamente, le robó la idea al único promotor de conciertos del pueblo, un chaval incomprendido por su melomanía y marginado por su afición a esnifar cocaína, paracetamol y hasta cal de la pared).


Eran las diez de la mañana y entre tanto personaje extraño pululando por las calles de Albarracín, la presencia de un moto carro verde con una persona con cara de oveja y look de espantapájaros al volante no llamó demasiado la atención. Mas de uno pensó: "éste debe ser uno de esos artesanos".

Pepe Toni, que llevaba seis días pastando en los montes de alrededor, aparcó su vehículo y entró en el único bar de desayunos abierto. Estaba lleno de gente, músicos africanos,rockeros Tibetanos, chinos mandarines con sus contrabajos, rusos en bermudas y en bigotes templando la voz con botellas de vozka, un trío  jazzistico de Andorra vestidos de relojes Casio digital, un coro de niños con enfermedades raras, los miembros de una orquesta sinfónica Somalí, Manolo el del bombo, el hijo bastardo de Bob Marley y su grupo "Me llega la rasta al culo band", el afilador del pueblo disfrazado de sioux (por si daba el pego y podía desayunar gratis), un grupo de perros caniches eslavos que sabían tocar la flauta travesera, un gitano alvino especialista en el cante de las minas y su guitarrista, el sanguijuela,  la Montserrat Caballé del Perú (con su mismo peso pero con medio metro de altura), Horacio pincha discos, un grupo de Samba compuesto por monjas brasileñas vestidas de los pies a la cabeza con sus hábitos, para decepción de los varones de Albarracín,que esperaban otra cosa de éste conjunto.

También había, como os podéis imaginar, un montón de curiosos, nativos y turistas atraídos por la singularidad de la estampa.

Pepe Toni se acercó a la barra y, quitándose de encima a los caniches traveseros, que debieron de olerle a mierda de vaca (pues ese era el olor que solía despedir el muchacho) pidió una gran jarra de agua y se la bebió de un trago.Después pidió otra, y otra y otra, así hasta que un rockero Tibetano quiso trabar amistad con él ofreciéndole un abrazo místico en señal de bienvenida. Momento que aprovechó Pepe Toni, el muchacho sin sensibilidad, para mearse encima y empapar los pies desnudos del rockero experto en mantras y guitarras eléctricas. De ésta forma tan fina se lo quitó de encima.

Salió de nuevo a la calle, abrió las puertas de atrás del carro mato y por primera vez echó un vistazo al interior de las cajas que les había robado al comando etarra. Se trataba de explosivos, material altamente peligroso. Pepe Toni sonrió enseñando sus dientes de burro. (en realidad, todos sus dientes parecían  muelas).

Sin pensárselo dos veces, empezó a colocar explosivos en diferentes partes del pueblo.


 El bullicio iba en aumento en Albarracín, ya salía la gente a la calle, ya se hacían pruebas de sonido en los distintos escenarios, se abrían los puestos de artesanía, los reporteros grababan aquí y allá, hacían entrevistas a los paisanos, la comitiva municipal se paseaba por el centro como gallos de corral ( entre ellos, el que mas se pavoneaba era Damian Pérez, que le sudaba la mano derecha, metida en el bolsillo de la chaqueta sujetando el folio donde tenía escrito su discurso).

Se acercaba el gran momento.


No muy lejos de allí, en los aledaños del zulo de Iñaki, Aitor y Zaratustra, se hallaban el agente Champiñón y su ayudante Foxterrier, siguiendo la pista que había ido dejando el carro mato de Pepe Toni.

Se encontraron con Iñaki, que partía leña con su cabeza, y, tras identificarse, le preguntaron si había visto un moto carro verde por allí. Iñaki simuló tartamudez y sordera para ganar tiempo y poder pensar así qué debía hacer. Tan bien lo hizo que Champiñón,al cabo de media hora infructuosa, perdió la paciencia y se despidió de Iñaki con la frase "no le interrumpo mas, buen hombre". 

 Aun así tuvieron suerte, Foxterrier, que debía tal apelativo a su habilidad para el rastreo, encontró marcas de ruedas que se correspondían con las del carro mato verde que andaban buscando. Champiñón  tuvo la intención de volver a interrogar de nuevo a Iñaki, pero miró su reloj y le dijo a su ayudante " ya interrogaremos en otra ocasión a éste pájaro, sigamos ahora las huellas del moto carro, nos llevarán hasta el asesino ". 


El asesino de los Domingos, Pepe Toni, no sabía manejar explosivos, pero dentro de las cajas venían las instrucciones explicando muy claramente qué había que hacer para preparar dicho material y provocar la explosión pertinente. (ésto era así porque la cúpula del grupo terrorista no confiaba plenamente en la destreza - ni en la inteligencia- de Iñaki,Aitor y Zaratustra, que adoraban la Ikurriña pero no tenían dos dedos de frente).


Llegó la hora del discurso inaugural del Festival de las músicas del mundo a cargo de Damian Pérez, el concejal de cultura que ya subía al escenario con su traje gris perla y  gesto ceremonioso. Todos los medios de comunicación estaban pendientes del momento, los habitantes del pueblo concentrados en la plaza, los músicos en el backstage , esperando su momento para saludar al público, una vez fuesen presentados uno a uno por el concejal. 

La plaza estaba abarrotada,todo el mundo radiante, excitado,alegre.  Todos menos uno, el Alcalde, que veía cómo el mindungui de Damian se le subía a las barbas. 



El discurso empezó de la siguiente manera "Queridos vecinos, estimados forasteros, admirados artistas,respetados periodistas y excelentísimo Alcalde. Es un placer para mí..."

En aquel momento justamente explotó el primer artefacto a unos 500 metros de la plaza, derrumbando un buen tramo de la muralla medieval que rodea y viste al pueblo con hechuras de fortaleza.

Fue motivo de alarma, se oyeron gritos y la inquietud se apoderó del auditorio. En cambio, Damian Pérez, tan absorto y bien querido de sí mismo se hallaba leyendo su discurso que ni se dio cuenta del suceso y prosiguió con su discurso, que decía: "Es un placer para mí, vuestro humilde concejal de cultura, inaugurar éste primer festival de músicas del mundo aquí, en nuestro amado pueblo, un pueblo siempre hospitalario, abierto, noble y rico en todos los aspectos y merecedor de..."

Otra gran explosión interrumpió las pomposas palabras de Damián. Ésta vez se vino abajo la iglesia, del siglo XVI, uno de los grandes monumentos de la población.  El cura exclamó " Virgen Santísima!!!" y todos los allí congregados empezaron a correr de un lado a otro como hacen las hormigas cuando agitas el hormiguero.  Damian Pérez seguía a lo suyo "...merecedor de todos los patrimonios, el de la humanidad y el del universo. De gran valor son nuestros monumentos, mimoso en extremo el cuidado que les brindamos e ilustrísima  la Historia del conjunto en su conjunto,valga la rotonda, digo...la ...redundancia" (nervio tampoco le faltaba al ambicioso concejal).

Puuumba!. Una tercera explosión, mas fuerte aún que las anteriores, destrozó un barrio entero. La sangre empezó a cobrar protagonismo y los periodistas se convirtieron en reporteros de guerra. 

Damian, ajeno al mundo exterior, no despegaba los ojos del papel donde tenía escrito el discurso, que continuaba diciendo "No en vano, somos lo que somos y vivimos donde vivimos porque fuimos lo que fuimos y a saber por qué vinimos. El caso es, vecinos y forasteros, que..."  (a Damian, casi no es necesario decirlo, nunca se le dio bien escribir discursos).


La cuarta y última bomba estaba colocada bajo el escenario de la plaza, al explotar hizo saltar por los aires al concejal de Cultura, que aún volando, y sin brazos, decía "...que aquí estamos y os prometo, como Damián Pérez que me llamo, que seguiremos estando y ...voy al grano:Unesco, patrimonio de la Humnanidad yaaaaa, arg,arggg".

La plaza se vino abajo, el pueblo entero estaba en llamas.

Pepe Toni, sentado al lado de una gallina blanca sobre el tejado de la única casa en pié, saboreaba impasible las trágicas consecuencias de sus actos. La gallina le miraba como a un bicho raro, pues hasta ella se daba cuenta de que aquello no era normal.

Como a Pepe Toni se le dormían las piernas cuando las dejaba colgando un rato, le dio un manotazo a la gallina (que calló sobre la cabeza amputada de Damian Pérez) y bajó del tejado, encaminando sus pasos hacia el carro mato, aparcado previamente fuera del recinto urbano. 

Fue entonces cuando se encontró de frente con el Agente Champiñón y su ayudante Foxterrier, que entraban en Albarracín en coche de alta gama y pésimo color (mostaza).

"¿Qué está ocurriendo aquí, buen hombre?" le preguntó Champiñón a Pepe Toni, sin saber, claro está, a quien se lo preguntaba en realidad. "El asesino de los Domingos a vuelto a hacer de las suyas, señor. Yo me voy por donde he venido, buenas tardes", le respondió Pepe Toni.


Y se fue con viento fresco quedando al pobre pueblo de Albarracín en ruinas,patrimonio de las ratas, a su concejal de cultura sin cabeza y a la población diezmada, moribunda, descuartizada.

 (hubo 45 supervivientes. Mas tarde, frente a cámaras de televisión, uno de ellos declararía "no veía una cosa así desde la Edad Media").


El siguiente objetivo de Pepe Toni sería la capital de España, Madrid.

Al volante de su moto carro verde baló a viva voz "Beeeeeeee!!!". Se sentía mejor que nunca. 

Lo que ignoraba era que, ésta vez sí, Champiñón y Foxterrier no tardarían en darle alcance.


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