Los otros.

miércoles, 8 de julio de 2015

TAL y COMO.

TAL y COMO era una pareja cómica, un dúo de humoristas de gran éxito en la España de los años 50, esos años de los que nadie sabe ni recuerda nada. Si, porque se ha hablado mucho de los años 80,de los 70, de los 60,de la posguerra, de la guerra civil, de los años 20 e incluso del siglo diecinueve, pero ¿Qué pasa con los años 50?... ¿Os encojéis de hombros?, normal, no es para menos. Se trata de una década oscura, fantasma, opaca, insulsa tal vez, ignorada, excluida de la memoria nacional, ¿Por qué?. No tengo ni la mas mínima idea, yo voy a hablar de TAL y COMO.

TAL y COMO eran húngaros, de Hungría (un país tan oscuro, opaco e insulso como los años 50). Salieron de allí huyendo durante la Revolución del 56 cada uno por un lado, aún sin conocerse, aunque ambos tenían los mismos motivos para escapar: la cobardía, que es mas lista que el hambre, y el hambre, que de tonta no tiene un pelo.

El caso es que los dos, tanto TAL (que en realidad se llamaba Straikovsky Gurumelov Pascualín) como COMO (cuyo nombre real era Agapitóvskiriký - con dos acentos- Pichorro Achískt) fueron a parar a la flamante fábrica de SEAT,  fundada en España seis años antes, en 1950.

Tuvieron mucha suerte, fue llegar y besar el Santo. Encontraron trabajo de momento y apretando tornillos en dicha fábrica se conocieron. Eran los dos únicos húngaros entre los 500 trabajadores y sólo podían hablar entre ellos; de nuestro idioma sólo sabían decir "Pásame la llave inglesa,Pepe", "qué calor hace, madre mía", "¿ Cuándo coño se cobra aquí?", "jefe cabrón" y "arriba España". 

Desde el principio hicieron buenas migas, con ajo, pimiento y panceta. Se pasaban las doce horas que duraba la jornada laboral apretando tornillos sin parar de hablar, reír y cagarse en el régimen ,y es que en húngaro nadie les entendía y por tanto no había peligro de fusilamiento.

Sin embargo, tanta alegría y tanto alboroto en el trabajo no era bien visto por sus superiores, con lo que en poco tiempo los echaron a la calle.

Las calles españolas en los años 50 eran algo muy triste, no había farolas ni bancos donde sentarse, los árboles, sauces llorones todos, no daban sombra (hecho extraño éste pero típico de la época), todo era en blanco y negro, la gente paseaba temerosa sin hablar y había perros  por todas partes rascándose la superpoblación de pulgas y garrapatas que habitaban bajo sus trasquilados pelajes.

Vamos, que el panorama que les esperaba a Straikovsky y Agapitóvskiriký  era realmente desalentador. Sin embargo, no se vinieron abajo, todo lo contrario, estaban tan unidos y lo pasaban tan bien juntos con sus bromas húngaras que decidieron montar un puesto de perritos calientes con el poco pero suficiente dinero que habían ganado en la fábrica.

 El puesto fue un fracaso porque en España por entonces el perrito caliente era algo novedoso y por tanto demasiado atrevido, sospechoso, inmoral, mezquino, desagradable y de mal gusto.  Nadie les compró nunca un perrito, pero un día que pasaba por allí ,tras haber inaugurado un pino puente, se paró ante el puesto el mismísimo Caudillo, Francisco Franco, con todas sus moscas peloteras detrás.

 El caudillo, atraído por el habla húngara de éstos dos pájaros  y asombrado por el tono alegre de su conversación se les quedó mirando seriamente. Ellos pensaron en aquel momento que el bajito malas pulgas ordenaría su fusilamiento inmediato por extranjeros y maleantes y no dejaron de hablar planeando posibles escapatorias.Entonces sucedió algo extraordinario, Franco soltó de repente la primera carcajada de la que se tiene constancia en los anales de la historia rancia de España. Tras él, por supuesto, rieron todas las moscas cojoneras que le acompañaban. Después paró de reír en seco, se hizo el silencio y dijo con su voz de pito "Qué graciosos son éstos dos desgraciados, los quiero para la fiesta de mi próximo cumple años". Y siguió adelante con paso marcial llevándose tras de sí a todos sus insectos. Bueno, a todos menos a uno, que se quedó con Straikovsky y Agapitóvskiriký un momento para darles en un papel apuntado el día, la hora y el sitio en el que debían estar para ofrecer al Caudillo un espectáculo de humor bajo amenaza de tortura y expulsión del país si no se presentaban.

Y de ésta manera comenzó la carrera humorística de TAL y COMO.

(Éste nombre artístico nadie sabe, ni ellos mismos, en qué momento y porqué se les ocurrió)

Tenían tan sólo una semana para preparar su show, ¿pero cómo hacerlo?, nunca se habían dedicado a la comedia, jamás habían pisado un escenario.

Tranquilo, le dijo Agapitóvskiriký a Straikovsky, ya sabemos que al Caudillo le hace gracia nuestro idioma, inventémonos cualquier historia y contémosla con gracia o sin ella , no la va a entender nadie, da igual, seguro que funciona.

Aquella premisa les dio ánimos, no tenían nada que perder. Sólo quedaba elegir la historia y solucionar la puesta en escena. Optaron por la sencillez en el decorado y por la muerte, como tema. Actuarían los dos vestidos de negro, de LUTO PREMATURO (como ellos mismos decían, titulando así su primer y único espectáculo, con el que alcanzaron gran fama en todo el país).

Así ataviados, con tan sólo un rústico ataúd en escena como elemento escenográfico, empezarían llorando para poco a poco irse animando a lo largo del espectáculo, haciendo bromas, soltando insultos y burlándose en perfecto húngaro del presunto muerto, que no era otro - en la ficción del show- que el mismísimo Franco.


Así lo hicieron llegado el día del estreno en el cumpleaños del Caudillo, que volvió a reír desmesuradamente, ésta vez a costa de su propia muerte sin él saberlo.

A partir de entonces les llovieron las ofertas, si Franco reía con ellos, todo el mundo podría hacerlo y estaría muy bien visto. Les llamaban de casinos, de sociedades privadas, de monterías, de hoteles, de puticlubs, para inaugurar pantanos y clausurar campeonatos de fútbol . Fue un gran éxito. Todo el mundo reía con ellos, tal vez por necesidad de reír  o por quedar bien o por las dos cosas a la vez, porque como digo aquellos fueron unos años tan sosos o  más que la comida Francesa. Nadie les entendía, esa era la clave del éxito de los magníficos TAL y COMO, que duró precisamente hasta que un mal día, dos años mas tarde, un militar húngaro , amigo del régimen, asistió como público a una de sus actuaciones.

Esto supuso el fin de la carrera humorística en España de Straikovsky y Agapitóvskiriký.

El militar húngaro se chivó al Caudillo, contándole qué es lo que contaban y de quién se reían realmente Tal y Como en el espectáculo. El Caudillo se puso colorado, mandó ahorcar al Militar Húngaro para que no fuese aireando la historia por ahí , convirtiéndose él mismo en el hazmerreír de su querida patria y ordenó la detención inmediata de la pareja de cómicos.

Menos mal que nuestros dos protagonistas estaban sobre aviso , el miliar húngaro, tras ver su actuación fue al camerino de los artistas para decirles que los iba a denunciar, no sabemos si esto lo hizo para que escaparan o simplemente porque era idiota.

El caso es que Straikovsky y Agapitóvskiriký lograron huir de las garras del águila imperial (una, grande y reprimida) y salieron del país para volver al suyo de la misma manera que salieron del suyo para venir aquí, Tal y Como.


Hoy día, unos sesenta años mas tarde, han vuelto a reencontrarse, tras haberse perdido de vista el uno del otro por causas ajenas a sus voluntades, y felizmente han vuelto al mundo de la escena para hacer reír a la gente. Actúan todos los viernes por la tarde en una residencia de ancianos de Budapest donde ellos mismos pasan los últimos años de su vida. Y lo siguen haciendo con humor, como si estuviesen en un campamento de verano donde , en lugar de San Jacobos, les dan de comer pastillas.

No somos nadie. Ni falta que hace.


Gloria por siempre a ese dúo irrepetible, bravo por los TAL y COMO !!!.


Ésta ha sido su historia.





 

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