Los otros.

martes, 19 de febrero de 2013

HELLO MATÓN. Segunda parte.


Justo cuando iba a entrar de nuevo en la casa escuché un ruido que me sobresaltó. Eché un  vistazo alrededor de la casa abandonada, estaba todo lleno de desperdicios. Al acercarme a un montículo de basura salió dando saltos un conejo de campo.Me dio tal susto que casi pierdo el equilibrio y caigo al suelo. Después le dí una patada a un neumático, me quité la estúpida cartera de Hello Kitty y destrozé lo que quedaba de un armario zapatero con el bate de béisbol. 

Estaba en un callejón sin salida.

 Hiciese lo que hiciese a partir de ese momento, ya podría ser denunciado por secuestro,que no era poco.

La gravedad del asunto empezó a bajarme por la garganta...

pero no me vine abajo. Entré en la casa decidido a no pensar,como el que se tira de cabeza al agua helada en pleno invierno.

Levanté el bate para golpear su hombro derecho y se lo hubiese machacado allí mismo de no ser porque en ese momento escuché mi nombre en su boca. Esteban , te conozco, se quién eres,dijo. Ya era tarde para salir a ponerme la careta,que como buen gilipollas me dejé fuera.

¿Me conoces?,maldita sea. 

El asunto no podía ir peor.

Resulta que había sido compañero de trabajo de mi padre.Me dijo que yo era su vivo retrato. Me preguntó por él y al decirle que había muerto, me dio el pésame. Curiosa situación aquella: él , secuestrado y atado de pies y manos , dándome el pésame a mí, a punto de romperle los huesos.

La situación había cambiado. Le conté la verdad,que no era ningún matón,que contactaron conmigo por accidente. La noche en que aquel señor me entregó su tarjeta yo sustituía a un compañero que sí que hace ese tipo de trabajos.Supe que se equivocaron de persona desde el principio,pero ...creí que podría hacerlo, de hecho...estuve a punto de hacerlo.

¿me denunciarás?,le pregunté. 

No pudo contestarme, la silla de madera vieja sobre la que estaba sentado y atado se partió por algún sitio y cayó bruscamente al suelo. Gritó de dolor. Lo tendí sobre un colchón asqueroso y medio quemado que había en el mismo salón. Se quejaba del hombro derecho. La clavícula se había salido de su sitio. Una sonrisa agridulce se dibujó en mi rostro.

Me pidió que le liberase de las ataduras. Le quité la cinta de las manos. Me pidió el favor de llamar a su mujer. Estaría preocupadísima.¿por qué no le ha llamado  ella aún?, le pregunté curioso y me dijo que seguramente lo había hecho ya unas 50 veces pero que debió caérsele el móvil en algún momento porque no lo tenía encima. Me acordé entonces de cuando lo cogí en brazos para sacarlo del portal y meterlo en el coche.

Saqué el mío. ¿y qué quiere que le diga?, le pregunté. 

Tampoco pudo contestar, o lo hizo pero no le escuché. Alarmado por el sonido de un coche salí a mirar fuera. Se acercaba un coche de la Guardia Civil.  

 

Era una zona deshabitada,por donde sólo pasaban coches y furgonetas para dejar ripio,escombro y basura. Los Civiles habrían visto mi coche aparcado cerca de la cancela de la casa abandonada, seguro. 

Escondido tras la columna del porche observaba sus movimientos. Pararon . Bajó uno de los dos. Se acercó a mi coche, se agachó a ver si había alguien dentro. Le dijo algo al otro.El otro apagó el coche y salió también. Los dos miraron a la casa. Escondí mi cabeza tras la columna y después volví dentro mal diciendo la maldita lata de cerveza que pisé,por el ruido que hizo.

Dentro,Federico García Suarez acababa de caer de nuevo de boca al suelo. Se puso en pié pensando que le había quitado la cinta de los tobillos y al echar a andar se pegó el leñazo. Se quejaba ahora del codo izquierdo. (su mala suerte me sonreía.No iba a hacer falta que le tocase para conseguir los 3.000 euros)

Le dije que si me hacía un favor no sólo llamaría a su mujer sino que le dejaría libre y yo mismo lo llevaría a casa. Quiso saber qué favor tenía que hacerme.

Como la pareja de civiles estaba a punto de entrar, le dije que nos tumbásemos los dos en el colchón en postura comprometida, abrazados,achuchados,para que pensasen lo que quisieran pensar pero nos dejasen en paz y se largasen después. 

Mientras se lo contaba le quité la cinta de los tobillos y tiré el bate por una ventana que daba a un patio interior.Al caer, un gato maulló asustado.

Federico García Suarez se puso colorado ante la propuesta.No puedo hacer eso,me dijo.Pero lo cogí en brazos con todo el cuidado que me permitió la urgencia del momento y me lo llevé al colchón conmigo. Cuando entraron los Guardias Civiles no me sorprendieron,pero besaba a Federico en to los morros.

No nos hizo falta simular vergüenza cuando nos llamaron la atención. Nos preguntaron qué hacíamos allí, por decir algo más que nada pues parecía evidente. Entonces yo improvisé un discurso de libertad sexual censurando los prejuicios por parte de muchos y la marginación de colectivos minoritarios.Federico no abrió la boca hasta el final de mi torpe discurso,que remató convincentemente diciendo: Somos maricones,¿qué pasa?.

Dicho ésto, la pareja de la Guardia civil dio media vuelta y se retiró diciendo buenas tardes.


Me levanté del colchón y le dí las gracias a Federico.

Sonó el móvil. Era el jefe.

Querría saber si había hecho ya mi trabajo. Me puse serio.

Tenía que contestar.


2 comentarios:

  1. Habrá tercera parte para rematar la acción y que éstos dos personajes, Esteban 3D y Federico García Suarez, puedan dormir tranquilos...o dormir para siempre.¿quién sabe?. Pronto, un día de éstos, la escribo y publico. Gracias por el interés.

    ResponderEliminar