Los otros.

martes, 30 de octubre de 2012

Coche Negro, Conejo Blanco.

 Nació el 2 de Noviembre de 1970. El día los Difuntos.

 Le llamaron Cristóbal porque sus padres eran dueños de la única Auto escuela del Pueblo (Auto escuela "Prudencia") y, obsesionados con la conducción, eligieron el nombre del Santo de los conductores:Cristóbal.

Su destino sería,pues, ser conductor de coches fúnebres.

Era un Domingo por la tarde, escuchaba la radio sentado en el coche a la puerta de la Iglesia  esperando que terminase el funeral, metiesen el féretro en el coche y arrancar para llevar al Muerto al cementerio con la familia y medio pueblo detrás,caminando.

Le gustaba el fútbol,mucho.Su equipo favorito jugaba esa misma tarde y tenía una entrada para ver el partido. 

Estaba algo nervioso porque iba justo de tiempo. Tenía que hacer su trabajo (llevar al ex-vivo al cementerio) y largarse pitando a la capital, a una hora de viaje,para llegar cuando empezase el choque deportivo.

El ex-vivo se trataba de Amancio, el panadero. Murió el día antes de un "Soponcio" mientras comía lentejas. La mujer, Sofía ("La Loren",como le llamaban en el pueblo,pues realmente era morena, guapa ,Jaca y Cartujana) quiso saber más sobre la causa de la muerte de su marido,pero el Doctor,de nombre Joaquín, un hombre esmirriado,debilucho y primo del consejero de Sanidad de la Región,no le supo decir nada más que palabras poco cultas y nada profesionales como "jamacuco" o " patatús" y "soponcio" para explicar la muerte del ex-vivo Amancio (el panadero sufridor que tenía que aguantar cada día que le dijesen "tu mujer está mas buena que el pan").

La Misa terminó y sacaron el ataúd. Cristóbal ayudó a meterlo en el coche y se puso al volante algo impaciente por empezar el paseíllo. No obstante,antes de arrancar, miró por el retrovisor derecho a la Loren, la viuda, que aún de luto riguroso atraía las miradas y no sólo las miradas.

A la puerta de la Iglesia, más de uno alargaba su pésame con un abrazo que más parecía sobeteo. Ella, cabizbaja y llorona, no se percataba del asunto,pero sus hijos (dos: Enrique y Ana) y el cura (uno: el padre Felipe) la separaron de la gente para iniciar el camino al cementerio.

Cristóbal arrancó el coche con cierta impaciencia,pensando en el partido que tantas ganas tenía de ver. Tras él la Viuda agarrada del brazo del Padre Felipe, Enrique y Ana dos pasos más atrás (cantando por lo bajini la canción  "Amigo Félix", al que siempre admiró el difunto panadero) y unas 150 personas tras ellos, la mitad del pueblo.

Cristóbal tiene que ir lento, muy lento, al ritmo del sentir del momento.Lo sabe y lo comprende, pero le fastidia. Tienen que recorrer las calles principales del pueblo.

 (Que se llama Valdebocas,por cierto.Fundado en el s.IX por el Moro Juan, arrebatado por el Guerrero del Antifaz para los Cristianos dos siglos más tarde, y con restos arqueológicos que pertenecen al pleistociénago, época en la que habitaban la zona los Homos Eructus cuyas bocas eran descomunales, de ahí el nombre del pueblo)

Cristóbal va a 10 kilómetros hora, es un maestro del embrague.

La viuda llora, los hijos cantan tristes, la gente se divide entre el murmullo y el silencio y el padre Felipe reza pegado a la Viuda, no sabemos si para librarse de la tentación, que le hace equivocarse y decir, en lugar de "Dios te salve María, dueña eres de Gracia": "Madre mía por Dios, dueña eres buenorra", ó para purificar el Alma de Amancio, que ya en paz descansa y lo debe agradecer,porque en vida, menuda guerra le dieron.

Todos a paso lento. Piano,piano.

 

 

Un ritmo que empieza a crispar los nervios de Cristóbal, que acelera un poquito, de manera, cree él, imperceptible . El séquito aligera el paso levemente.

Cristóbal, viendo que no pasa nada, se confía y acelera un poco más.

La viuda sigue llorando, pero levanta la vista hacia el coche con gesto de reproche. El padre Felipe, algo encogido para disimular una inoportuna erección bajo la Sotana, también mira hacia el coche censurando la celeridad del conductor.

Pero Cristóbal ya sólo piensa en llegar a tiempo al partido y mete tercera llegando a los 35% kilómetros hora.

Con ésta velocidad obliga a familiares, amigos y vecinos que van detrás a recurrir al ritmo de marcha para no despegarse del coche funerario.

La marcha:ese extraño caminar con prisas o correr sin correr ridículo que se caracteriza por un movimiento de caderas excéntrico.

La Viuda le llama la atención a Cristóbal "Cristóbal,¿qué hace?". La relación de Cristóbal con la familia del difundo, y con el pueblo en general, se basa en...no en el odio puro y duro, pero sí en el Recochineo constante. Su padre, dueño y único profesor de la "Auto escuela Prudencia" era muy exigente y solía suspender varias veces a casi todos los alumnos, con lo que pronto se ganó la antipatía popular; ello sumado al oficio mortuorio del propio Cristóbal, hacía que sus paisanos le mirasen desde siempre con frialdad en la mirada y superstición pueblerina en el entrecejo; como a un ave de mal agüero.

Todo ésto provocó que , tal día como aquel,Cristóbal pensase sin querer "que os den por culo a todos",pusiese una canción de Extremduro en el cassette del coche fúnebre y acelerase aún más. 

Todos corriendo detrás, sin comprender nada, intentaban mantener la compostura del momento, el recogimiento y la tristeza,la pesadumbre... pero así,en plena carrera, resultaba difícil llorar.

El Padre Felipe gritaba "Por Dios, Cristóbal, modere la velocidad!!" sin quitar la mano sudorosa de la cintura de La Viuda, que a su vez expresaba su desesperación diciendo " que se llevan a mi Amancio!". "Se llevan a tu Amancio pero aquí detrás tienes a más de 5 Amantes,lagarta",pensó más de una cotilla del pueblo que en el séquito, convertido en pelotón de carrera, se encontraba. 

Enrique y Ana,los hijos del Difunto, tontos de nacimiento y alegres por naturaleza, llevados por la locura de la carrera y olvidados de la circunstancia que allí les traía, se pusieron a cantar otra de sus canciones :"baila con el Hula hop".

Sofía, "La Loren", al correr, se le fue una mano a la entrepierna del padre Felipe, dándose cuenta alarmada de la tremenda erección de éste. Lo miró, sin dejar de correr, como quien mira a un Asesino y se desprendió de él de un manotazo. 

El Padre Felipe cayó de mala manera al suelo rompiéndose el miembro enhiesto. Gritó de dolor y no paró,pues cayeron sobre él Enrique y Ana y unos 25 habitantes más de Valdebocas.

Aquello parecía una melé de Rugby.

(la caída en grupo provocaría una serie de lesiones y fracturas que el Médico del pueblo,Joaquín, diagnosticaría al día siguiente con el nombre de "estropicio",sin más) 

Sofía siguió su carrera y alcanzó el coche, metiéndose dentro por la ventanilla bajada del copiloto, para lo cual su cuerpo  hizo memoria de cuando practicaba salto de altura en el instituto.

(deporte que dejó muy a pesar suya por la represión a la que se vio sometida.Todos los chicos de todas las clases iban a verla saltar con ojos que veían más allá- de su sujetador- y sus padres, al poco tiempo, le dijeron "hija,déjalo").

Dentro ya del coche fúnebre, al lado de Cristóbal, sintió un Arrebato "llévame lejos del pueblo,Cristóbal", le dijo mirándole a los ojos y sintiéndose libre por primera vez en mucho tiempo.

Cristóbal no se esperaba aquello y perdiendo la vista de la carretera, casi estampa el coche contra un árbol;pero de un volantazo rectificó la trayectoria. Con el volantazo le subió la sangre al cerebro y se sintió valiente, como nunca lo había sido.

"que le den también al fútbol, yo me voy contigo a donde tu quieras" le dijo a Sofía la "Loren",la mujer más portentosa del pueblo. 

"Conduce recto,pisa el acelerador, vámonos lejos de éste maldito pueblo,Cristóbal", dijo ella mirando al frente.

Los dos sentían cómo cientos de gusanos y larvas que tenían sobre su cabeza se los llevaba el viento fresco y nuevo que les entraba por las ventanas y les burbujeaba en la piel. Los dos tenían mucho en común y acababan de darse cuenta casual y milagrosamente, por impulso y accidente. 

"¿Y qué hacemos con el de la caja de atrás?" quiso saber Cristóbal refiriéndose,claro está, al difundo marido de Sofía.

En ese momento se oyó claramente (porque el cassette de Extremoduro ya se había changao sin remedio y habían dejado atrás totalmente el pueblo y sus habitantes) un "Toc toc" que venía de dentro del Ataúd.

No se lo podían creer y se mantuvieron en silencio.

Pero al cabo de 30 segundos volvió a sonar otro "Toc Toc" y además, un "¿hay alguien ahí?.Soy Amancio,¿quién me ha metido en éste armario?". 

No había lugar a dudas, el "Soponcio" que le dio al panadero no fue mortal.Lo enterraron vivo. Maldito médico de mierda.

"¿qué hacemos?" preguntó Cristóbal, temiéndose que aquello de la escapada con Sofía y el sentimiento de valentía repentino era demasiado bonito como para durar más de 5 minutos, pero Sofía le infló de nuevo con sus palabras: "Para.Nos deshacemos de él y seguimos"

Y así lo hicieron. Pararon en el arcén, sacaron el ataúd,lo pusieron sobre margaritas amarillas y latas de coca cola vacías que había en la cuneta, entreabrieron la tapa del ataúd y se fueron corriendo a meterse en el coche para  alejarse en busca de su nueva vida.

Amancio,el Panadero, se asomó mareado sin llegar a distinguir quién se iba con el coche fúnebre.

Se le acercó un conejo blanco que le miró y después desapareció tras un árbol, pero como Amancio nunca tuvo la curiosidad de Alicia,la del país de las maravillas, no lo siguió. 

Salió del ataúd y se volvió al pueblo con andar cansino.

(diríase que iba a meterse en otro Ataúd).

Sofía y Cristóbal,por su parte, hicieron el amor varias veces de camino en el coche fúnebre, justo donde colocan los féretros.

Se les acabó la gasolina en una ciudad del norte y allí se quedaron, comiendo pastel de cabracho en lugar de perdices y sintiéndose como el Sol cuando sale y empieza a iluminar y a descubrir todo, de nuevo. Recién nacidos en el medio día de sus vidas. Resplandecientes.

"¿nos quedamos a vivir aquí?, le dijo ella .

"Si,¿por qué no?" contestó él.

Y,sin nada más que todo el tiempo del mundo, empezaron a construir su nuevo micro mundo.

La felicidad del momento se fue tiñendo poco a poco de mohosa realidad,pero , en general, siguió teniendo muy buen color.

Ese color que basta para sonreír un poco cada día , hacer el amor de vez en cuando de día o de noche y seguir al conejo blanco alguna vez que otra.


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