Los otros.

martes, 25 de septiembre de 2012

Una Mosca con Gafas en mi Sopa de Letras.

Había una mosca con gafas en mi sopa de letras.

Yo la miraba con curiosidad y admiración.

 Al intentar meter la cuchara descubrí al insecto volador . Parecía como si quisiese ordenar alfabéticamente la sopa, cargando letras de un lado a otro del plato.

Mi primera reacción fue llamar al camarero para quejarme, pero antes de que éste se acercase a mi mesa observé el aire intelectual de la mosca, sus gafas de pasta negra y su meticulosidad a la hora de ordenar las letras de mi sopa.

Todo ello me fascinó de tal manera que cuando el camarero acudió a mí ya no quería quejarme de nada, es más, le dije que felicitase al Chef de mi parte. "Le felicitaré de su parte pero la sopa es de sobre" me dijo con un tonillo que no me gustó nada el jovencísimo camarero, que por cierto, iba en patines. Arrojé con disimulo al suelo un par de huesos de aceitunas, que me pusieron de aperitivo, y le dije al imberbe "niño,piérdete". El camarero arrancó veloz y con chulería, pero poco le duró porque las ruedas de sus patines se bloquearon gracias a los huesos de aceitunas y cayó de cabeza sobre el cubilete que bañaba la botella de vino de uno de los comensales. 

Tras el percance, que terminó en baja laboral  por esguince cervical, volví a observar mi plato. La mosca con gafas había escrito algo utilizando las letras de la sopa: "Bésame.En realidad soy una princesa".

 Leí el mensaje con asombro, no sabía qué pensar.Miré a mi alrededor,a la derecha una pareja se comía un pollo al horno con patatas y a la izquierda un señor mayor se arrepentía de haber pedido un codillo de vaca. Todo era normal...¿me estaré volviendo loco?.No, me contesté a mí mismo, claramente condescendiente.La mosca estaba allí, con sus gafas,posada junto a la frase que acababa de componer en la orilla del plato.¿ qué hago?,me pregunté. No lo sé, me respondí. 

La duda empezó a dar vueltas a mi cabeza como hacen los planetas en torno al sol (¿los planetas serán dudas del sol?,¿el sol puede ser  una cabeza que no se decide?...Tonterías).

Otro camarero,también en patines, se acercó al señor mayor del Codillo para traerle más agua. Le dijo "aquí tiene usted" y el señor mayor le miró a la cara muy serio "no me llames de usted que me haces mayor"le advirtió. Olvidando un poco a la mosca con gafas, me metí donde no me llamaron y le dije al señor "perdone,pero es que usted es mayor. Yo ya lo soy y usted me debe sacar casi 40 años así es que figúrese.Es mayor y bien mayor". "¿cómo dice?" me dijo. "Que usted  es mayor,señor".Le repetí, de manera objetiva y neutral.

 "Ah" reflexionó. 

Hubo un silencio profundo en todo el Restaurante. Un silencio y una congelación de imagen. Nadie se movió por unos instantes.

Un instante,dos instantes, tres instantes. Instantes contables como gotas de sudor frío que caen al suelo.

El señor se sintió algo ofendido y yo algo culpable...pero ninguno lo suficiente como para no estar dispuestos a olvidarlo,así es que volvió el sonido ambiente y el movimiento natural de los seres animados que allí nos encontrábamos. Él se bebió un vaso de agua, yo me toqué la nariz.

 Para romper el triángulo apelmazado de bolas de billar del momento le conté un chiste de golpe. "El chiste de la gallina, ¿lo conoce usted?", "no,no lo conozco, jovencito" me contestó con sorna.Los dos reímos y procedí " Un cura en el púlpito.La iglesia llena.El cura en su sermón dice: Recordad hermanos las palabras de Santa Teresa: "vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero...". Y en ese momento, un feligrés se levanta del asiento y dice entusiasta "La Gallina!!!".

 El Señor tardó en cogerlo, tuve que explicarle que el feligrés creía que las palabras de Santa Teresa se trataban de una adivinanza, pero finalmente soltó una carcajada. Y con ella, (horror!)salió disparada su dentadura, que quedó incrustada (horror horror!!) en el codillo de vaca. Al quedarse sin dientes le reconocí: Coño, era el panadero que pasaba por casa a dejar el pan cuando era niño!!. Intenté decírselo,pero no me prestó atención,pidió que le metieran el codillo, con la dentadura incrustada, (Horror,horror,horror!!!) en un taper y cuando le dieron el taper con aquello dentro (puag!), me quiso decir "adiós caballero.ha sido un placer. me voy echando leches a urgencias para que me despeguen la dentadura del codillo",pero en realidad lo que me dijo fue " aziosos jabañero. hasibo unplazzz. meoiezandoezes a ugensias pakme espegen a denaura el odillo". Yo me ofrecí para llevarle,pero insistió en ir solo y así lo hizo.Me volví a sentar. En mi plato seguía estando la mosca con gafas,ahora con un claro gesto de impaciencia, y a su lado la frase que compuso para mí "Bésame. En realidad soy una princesa".

No me lo pensé más, acerqué mis labios al insecto y la besé con los ojos cerrados. Al abrirlos pensé que me encontraría delante a una bella princesa,pero en lugar de eso, lo que me encontré fue un disgusto. No sólo la mosca con gafas seguía siendo una mosca - feísima de cerca,por cierto- sino que además, yo me convertí en mosquito.

"Ésto no puede ser" me dije a mí mismo "he me aquí con apariencia de mosquito, en la orilla de la sopa, frente a una mosca con gafas...pero ¿qué pasa?,¿qué sucede?,¿por qué?".

La mosca me besó y volví a mi cuerpo de siempre. Frente a mí se hallaba sentada la Dama de Elche. 

No podía dar crédito a lo que veía, la Dama de Elche sentada frente a mí!!. Comencé a sudar. Bajé la cabeza, respiré hondo, la volvía subir y mirando a la Dama le pregunté "Dama de Elche, ¿es usted imaginación mía o está realmente aquí?".

La Dama de Elche me sacó la lengua burlona y me guiñó un ojo, picarona. Aquello me ruborizó, nunca pensé que la Dama , dura y recta como una Roca, se prestase a éste tipo de juegos. 

La pareja que tenía a mi derecha en el restaurante, que ya se habían comido el pollo al horno con patatas,ahora esperaban el postre mirándome fijamente.Cuando me percaté de ello, apartaron la vista. El camarero con patines -que ahora además llevaba un sombrero de mexicano y le había crecido un bigote enorme sobre el que se hallaba posado un Loro que decía "aquí hay tomate"- también parecía estar pendiente de mí, detrás de la barra.

  La Dama de Elche empezó a hablarme en celtíbero. Mientras me hablaba, hice un repaso mental de lo que había hecho a lo largo de la mañana hasta ese momento (debían ser las 15,30 del medio día). Algo fallaba en mi percepción de la realidad y tenía que averiguar la raíz del problema, el quid de la cuestión.

....poco tuve que repasar. Estaba claro: Por la mañana temprano, aprovechando las primeras lluvias del Otoño, salí al campo en Busca de setas con mucha ilusión y poco conocimiento. Llené la cesta y volví a casa. Las lavé y las cociné a la plancha para comérmelas. Sentado a la mesa, su sabor me asqueó bastante, hasta el punto de vomitar. Después fui al restaurante a pedir una sopa cliente que me abrigase el estómago. Claro!!. Debí comer alguna seta alucinógena. Eso era. No había lugar a dudas.

"Perdóneme señora Dama de Elche, pero es usted una alucinación mía.Vuelva al museo arqueológico nacional,por favor. Yo me voy de aquí. Adiós". Le dije .

 Entonces me levanté,  puse un billete de diez en el pico del loro posado sobre el bigote del camarero y salí por la puerta, que por cierto, estaba muy alta. 

No, no salí por la puerta, era la ventana.Me dí cuenta después. Los efectos de las setas eran fuertes, muy fuertes. 

Parado en un semáforo, camino de casa, el hombre rojo de "no pasar" me preguntó la hora. Yo me hice el tonto. El semáforo cambió y el hombre verde me cantó con voz de Rosendo "Corre corre".  Corrí, corrí mucho, mientras corriese,pensé,no pensaría. Llegué a casa. Ducha  fría y a la cama. 

Los planetas seguían dando vueltas a mi cabeza, pero ahora más lentamente, calmos,parsimoniosos, emitiendo un zumbido que provocó la caída gradual y placentera de los toldos de mis ojos. 

Al caer, solté un suspiro y todo mi cuerpo se relajó.

Sonreí recordando la imagen de la mosca con gafas.

 Y así, con la sonrisa de la Mona Lisa, me fui adormeciendo intentando contestar a ésta pregunta: ¿Y si el misterio de la sonrisa de la Gioconda es que Leonardo da Vinci le dio a comer setas alucinógenas antes de retratarla? .

La respuesta fue un Ronquido.


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