Los otros.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Antidisturbio.

Éramos miles de personas las que allí nos encontrábamos manifestando nuestro rechazo ante las medidas del Gobierno, ese sastre que te hace trajes en los que después, o no puedes entrar o tienes que engordar 50 kilos y crecer medio metro para que te queden bien.

La situación del país, que podíamos calificar de "Manga por Hombro", nos empujó a la calle.

Tras una larga marcha, desembocamos ante un edificio del Estado, picadero de Políticos donde toman decisiones de Alto nivel , baja calidad y dudosa procedencia.

 (Ello puede ser debido al clima de somnolencia en el que se encuentran al  celebrar sus siestas colectivas en las que toman dichas decisiones que, a la postre, nos las sirven a nosotros en bandeja de plata con arsénico diluido en el líquido a tragar)

El caso es que, en medio de todo el follón, enarbolando una pancarta que yo mismo hice y en la que puse "Las mentiras tienen las patas muy cortas",vestido de cazador de insectos  y meneando un matamoscas enorme con la otra mano, en un acto de creatividad panfletaria no muy bien mirada ni entendida por mis compañeros manifestantes, a los que continuamente propinaba golpes con el matamoscas, creí distinguir en la cabeza de la manifestación a un primo hermano mío al que no veía desde hacía varios años.

Entre consignas y  cánticos reivindicativos,que hacían inútil las voces que dirigía a mi primo, fui adelantando puestos.Para ello,me vi obligado a dar unos cuantos pisotones, empujones y meneos,de otra manera me hubiese sido imposible adentrarme en la cabeza del pelotón de ciudadanos pacíficos pero molestos (por mis pisotones, físicamente, y por la clase política, económica y moralmente).

Cuando casi llegué a su lado, pasó algo que al día siguiente sería portada de muchos periódicos y revistas.

Un encapuchado que salió de la nada se abalanzó violentamente contra la hilera de antidisturbios que hacían de barrera entre la manifestación y el Edificio al que habíamos ido a escupir nuestro rechazo. Ello sirvió de excusa o causa para que los Antidisturbios, acorazados y de negro como jugadores de Rugby de luto, alzaran sus porras y empezasen a apuntalarnos contra el suelo. Algunos les hicieron frente, defendiéndose como podían, muchos corrieron despavoridos y otros, como yo, no supimos que hacer.  Para disimular, aprovechando que iba disfrazado de cazador silvestre, le pregunté a uno de los Robocops ,que se me acercó con la intención de bollar mi cuerpo con su porra,dónde se encontraba la sierra de Guadarrama. Tras un segundo de descoloque en el que me miró como a un marciano, empezó a darme candela diciéndome " toma Guadarrama,pedazo de Imbécil" y retrocedí sin más remedio.

La situación era caótica. Pero el griterío y el bullicio cesaron de pronto. 

Todo el mundo se quedó quieto.

Para ver lo que estaba pasando, me puse en pié.

Uno de los Antidisturbios se distanció de sus compañeros y tiró su porra al suelo en un gesto de paz.

Después se quitó el casco protector y pudimos ver cómo derramaba una lágrima.

La estampa, de violenta y cruel, pasó a ser tierna y profundamente humana.

Todo el mundo aplaudió y se emocionó, incluso alguno de sus compañeros, cuya visera de plástico acristalado se humedeció visiblemente.

 Resultaba extraordinario, el policía - especialista en dar porrazos a diestro y siniestro- parecía que renunciaba a su labor y se unía a la manifestación popular. Parecía.

Ante la gran espectación de ambos bandos, a los que se unió un batallón de fotógrafos y cámaras de televisión, abrió la boca y dirigiéndose al gentío (y a la cámara) dijo alto y claro:

"Soy gay".

 

Los que estábamos cerca lo escuchamos perfectamente y nos quedamos un tanto perplejos. Los de atrás preguntaban qué había dicho y hubo un murmullo de mensajes para hacer llegar lo que acababa de decir el Antidisturbio y así, se podían oír diferentes versiones: "dice que es gay","dice que es maricona","acaba de decir que es parguela","no sé qué ha dicho de gay, nos está llamando maricones,creo".

El Antidisturbio aprovechó la espectación para explayarse en un discurso que a todas luces no venía a cuento de nada.

"Si,soy Gay, homosexual, me gustan los hombres.Pero no todos. Estoy chiflado especialmente por el Cabo Jiménez" y diciendo ésto, el Antidisturbio que se había emocionado visiblemente cuando su compañero tiró la porra, ahora no sabía dónde meterse y  se le escapó un "cállate maricón".

"No, hablaré. Estoy harto de esconder mis sentimientos" respondió el héroe de la noche.

Los fotógrafos de la prensa "seria" se retiraron y en su lugar acudieron  los de la  "crónica social".

Los manifestantes nos debatíamos entre volver a corear las consignas o...qué?. Nos mirábamos los unos a los otros algo confusos.

Se oyó una voz que venía de atrás y decía "Métete la porra por el culo, mamona!!".

El resto de los Antidisturbios parecían avergonzados. El Mando  recaía sobre el tal Jiménez, como supimos después, pero al pobre se le veía algo circunspecto, incapaz de reaccionar.

"Aprovecho para decir a toda España que me probaba los vestidos de mis hermanas cuando tan sólo tenía 4 años, que a los 7 me enamoré de Curro Jiménez y que, mira tú por dónde, hoy día mantengo un idilio con el Cabo Francisco Jiménez, aquí presente"

Uno de los manifestantes le dijo en alto lo que muchos estábamos pensando "nos parece estupendo,pero éste no es lugar ni situación para salir del armario. Aquí estamos para lo que estamos. Reprímanos o lárguese, pero vamos a manifestarnos por nuestros derechos!!"

Hubo un clamor popular. "ueeeeeee".

Pero otra voz, con distinta opinión, se alzó entre el gentío

 " estamos aquí para manifestarnos,pero ante todo somos humanos.dejemos hablar al Antidisturbio gay"

"¿para qué?,¿ para que después de hacerlo nos vuelva a agredir como acaban de hacer sus compañeros?,que le den por culo!!", dijo otro."Eso es lo que le gustaría!", se oyó también.

"Acabo enseguida" prosiguió el Antidisturbio echándose una mano al bolsillo, del que sacó una alianza " quiero casarme con Jiménez". Los aplausos se mezclaron con los abucheos. 

"Jiménez, ¿me aceptas por esposo?" le preguntó al Cabo así apellidado.

Hubo un silencio general. La curiosidad más banal nos unió a todos. El cabo Jiménez, quitándose su casco, dijo "Si, te adoro, Martínez" y se acercó a él para besarlo.

La alegría fue unánime, la pareja fue arropada por un gran aplauso. "Que alguien nos case aquí mismo,pues" dijo Martínez. 

Y un cura , de sotana negra y alzacuellos Rojo, salió de entre la gente y los casó.

 

Después de la ceremonia, les abrimos un pasillo de honor a la pareja y se alejaron de la mano. 

Tras el episodio romántico, se hizo extraño, pero seguimos manifestándonos.

Volví a perder de vista a mi primo, si es que lo era.

El encapuchado que provocó la primera embestida de los Antidisturbios apareció nuevamente de la nada y otra vez cargó contra ellos, pero ésta vez lo atraparon  y le dieron una merecida somanta de palos. Se le oía decir " que soy yo!!" pero que si quieres arroz, Catalina.

El resto de la jornada reivindicativa transcurrió por los cauces de la normalidad: pitos, flautas,gritos y a casa.




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